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La Minifalda que asesina la masculinidad.

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La Minifalda que asesina la masculinidad.

En Colombia una universidad presentó un comunicado donde se sugería a las mujeres vestir de manera adecuada, es decir, sin escotes y sin minifaldas entre otros. Esto desencadenó revuelo en muchos ámbitos nacionales que hasta algunos estudiantes decidieron ir en esa prenda particular al claustro a modo de rechazo.

En la radio conversaron con un joven que estaba de acuerdo con el comunicado, ya que él mismo aceptaba que una mujer en minifalda lo ponía nervioso y no le permitía estar concentrado.

Por otro lado, también hablaron con mujeres feministas que decían que ellas podían vestirse como se les diera la gana porque eran libres de hacer lo que quisieran con su cuerpo. Que eran los hombres los que se tenían que “aprender a comportar”. Esas declaraciones realmente me parecieron muy egoístas y de nuevo intentan asesinar la masculinidad de los hombres porque las feministas quieren que los hombres dejen de ser hombres y que piensen como mujeres a las que no nos importa, ni nos incomoda, ni nos desconcentra, una minifalda o un escote profundo.

En estos años que llevo en este planeta he visto el deseo femenino de querer que los hombres sean como mujeres en muchos aspectos. Quieren que no utilicen videojuegos disparando, que no jueguen con carritos y con armas cuando son niños, quieren que no se golpeen entre amigos, que hagan el tetero del bebé como a la mujer le gusta, que además lloren, y que, por supuesto también se saquen los ojos para que no sientan deseos sexuales, o se desconcentren cuando ven a una mujer en minifalda o con un escote profundo. Es tanto así que abren lugares turísticos sólo para mujeres, queriendo enseñar con eso que los hombres se tienen que “aprender a comportar”. El despotismo femenino no tiene límites en realidad.

Una autora que hizo una encuesta para poder entender el mundo masculino objetivamente y sin prejuicios, descubrió que la mayoría de los encuestados se comportaban de forma similar ante una mujer bonita. Esto no lo podemos evitar y menos tratando de obligar a los hombres para que se conduzcan de determinada manera sólo para que las mujeres podamos salir a la calle de la forma en que se nos dé la gana.

En el libro Las Mujeres Son Malas, Los Hombres Son Buenos Por Naturaleza, cito su texto y dice lo siguiente: “Debido a que los hombres se crearon para ser cazadores sexuales, cada pensamiento e imagen relacionados con esa actividad vienen asociados con sentimientos muy fuertes. Cuando una imagen sensual entra en la mente de un hombre (o un cuerpo espectacular entra en su línea visual) trae consigo una oleada de placer sexual, un placer a corto plazo al que, según es de esperar, el hombre se niegue a fin de honrar a Dios, a su esposa o a su pureza mental y cimentar así el intenso placer para más adelante. […] Un hombre me dijo: “Lo que quizá no logres darte cuenta es que mucho de esto solo se refiere a la admiración de la belleza. […] Las mujeres no necesariamente miran a un hombre y lo admiran como algo bello, pero los hombres sí lo hacen.” [1]

Entonces, si esto es así y podemos desconcentrarlos en un salón de clases o en la oficina con una diminuta minifalda y un escote profundo, ¿por qué no pensamos en ellos y los consideramos para que puedan poner atención a la clase? ¿Tenemos que ser precisamente las causantes desconsideradas, sólo porque podemos hacer lo que queramos con nuestro cuerpo?

El escritor C. S. Lewis quien habla de la moral sexual, dice lo siguiente: “Cuando las gentes transgreden las reglas de la decencia común de su época y lugar, si lo hacen para excitar la lujuria en ellos mismos o en los demás, están pecando contra la castidad. Pero si las transgreden por ignorancia o descuido sólo son culpables de mala educación. Cuando, como ocurre a menudo, las transgreden como un desafío para escandalizar o avergonzar a los demás, no están actuando en contra de la castidad sino de la caridad: ya que es poco caritativo complacerse con la incomodidad de los demás. […] Un auténtico deseo de creer todo lo bueno que se pueda de los demás y hacer que se sientan lo más cómodos posible resolverá la mayor parte de los problemas.” [2]

Preocuparnos por la vida y los sentimientos de los demás es lo que debe primar por encima de nuestra individualidad femenina y por demás egoísta. Creo que es hora de empezar a pensar más en los otros que en nosotras mismas. Dejemos que los hombres sean hombres y que no seamos la fuente de su desconcentración o nerviosismo sólo para avergonzarlos.

[1] Paola Vélez (2018). Las Mujeres Son Malas, Los Hombres Son Buenos Por Naturaleza. pp. 193.

[2] C. S. Lewis (2006). Mero Cristianismo. Editorial Rayo. New York, U.S.A. pp. 110.

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