Publicado en Uncategorized

¡Mamá te pareces a Cenicienta! Qué halago en el mundo de hoy…

 

fullsizeoutput_69e
Jenesano, Boyacá.

Al escuchar esta frase reconocí un gran halago que tal vez en otra época era totalmente impensable y mucho mas viniendo de un niño de nueve años. La mala costumbre de la falta de agradecimiento ha hecho que las sociedades y especialmente las mujeres modernas hayan optado por despreciar una labor en el hogar que por cierto ya no hay quién la quiera realizar. Una mujer cansada de no ser reconocida por su esposo y sus hijos prefiere saltar a la firma que la halaga por hacer un trabajo que genera dinero directo. Entonces llega el descontrol emocional y familiar y nuevas cargas de esos mismos trabajos despreciables, pero hechos con odio y desazón. Uno de los mayores errores de esta humanidad fue desdeñar la labor de una madre en su hogar o lo que es lo mismo, verlo de manera indiferente y sin aprecio. Pensar equivocadamente que el orden y la limpieza es obra del azar o por generación espontánea. Esta falta de detalle y de esfuerzo cerebral por agradecer lo que no se ve, por parte de los hombres con sus esposas, está pasando una gran cuenta de cobro que tal vez no podremos pagar hasta que comencemos a devolvernos al sistema original y clásico. Mientras sigamos por este mismo camino, solo podremos llegar a la autodestrucción. Esta autodestrucción que tanto desean las feministas exageradas y los ambientalistas descontrolados que no tienen sentido en sus propias vidas y por eso le buscan sentido destruyendo lo que todavía no existe, lo que no ha nacido.

G. K. Chesterton escribió a comienzos del siglo XX que nosotros mismos nos cortamos el pescuezo cuando nos burlamos o despreciamos una labor que engrandece, la cual denominó: «Unidad de crianza de niños» y que por esa propia burla ahora no sabemos que camino tomar. Sus palabras aunque fueron escritas hace muchos años seguramente trataron de evitar lo inevitable, aquello que vemos con nuestros propios ojos. Madres que no quieren ser madres y mujeres despreciando una labor clásica porque nadie la reconoce ni la valora. Escribe lo siguiente: «Todo esto es un ejemplo curioso de la manera en la que la tendencia moderna se corta a menudo su propio pescuezo. La gente empieza por decir que es una tiranía del pasado pedir a las mujeres que formen parte de una «Unidad de crianza de niños». […] Luego se encuentran con que al introducir la Nueva Mujer que resultará tan atractiva para la posteridad, han introducido de hecho un tipo de mujer del tiempo de maricastaña (personaje proverbial símbolo de antigüedad remota), tan fastidiosa, histérica e irresponsable como cualquier necia solterona en una novela de la época de la reina Victoria; […] Mientras tanto, se las han arreglado para perder del todo la otra oportunidad. No pueden conseguir que la energía femenina sea enganchada de nuevo con los objetivos humanos y creativos de la familia porque empezaron por denunciar y burlarse de esos objetivos como serviles y supersticiosos. Comenzaron diciendo que sólo mujeres estúpidas eran mujeres domésticas; se fueron luego con las mujeres inteligentes y vieron cómo se hacían estúpidas; y ahora no pueden conseguir a nadie que se quiera dedicar a lo que originalmente criticaron como una estupidez. Es como si hubieran escupido sobre todo tipo de trabajo como tarea servil, y creado luego toda una generación incapaz de hacer trabajo alguno, para acabar por fin clamando en vano por alguien que haga el trabajo aunque sea servil. No hay para tales esperanza alguna, a no ser que empiecen otra vez al principio y consideren la paradoja de que los hombres libres pueden trabajar o de que las mujeres libres pueden quedarse en casa, sí, hasta en su propia casa. 

Nunca he entendido cómo surgió esta superstición: la noción de que una mujer tiene una parte muy modesta en la casa y una parte más excelsa fuera de la casa. […] pero no puedo entender cómo la tarea doméstica puede ser considerada inferior en lo que respecta a la tarea en cuanto tal. La mayor parte del trabajo hecho en el mundo de fuera es un trabajo bastante mecánico; y buena parte de él es sin duda alguna un trabajo sucio. Parece que no hay forma posible en que sea intrínsecamente superior al trabajo doméstico. Nueve veces de diez, la única diferencia es que una persona suda y se afana en un caso por gente que aprecia y quiere, y en otro por gente que ni aprecia ni quiere. […]

Supongo que el prejuicio ha surgido meramente del hecho de que las operaciones domésticas ocurren en un espacio pequeño y en un local privado. Aun eso es bastante ilógico en una época que está tan orgullosa de la historia experimental de la ciencia. Las hazañas científicas más espectaculares se han conseguido en un espacio que no es más grande que una salida de estar o un cuarto de niños. Un niño es más grande que un bacilo; y el mismo bebé es más grande y más vivo que un germen bajo el microscopio. Y la ciencia que se estudia en el hogar es la más grande y la más gloriosa de todas las ciencias -muy inadecuadamente indicada por la palabra educación- y nada menos que el misterio de cómo se hacen los seres humanos.» (Chesterton 1995)

Entonces aquellas que hemos decidido honrar el trabajo doméstico no podemos permitir que la sociedad nos haga sentir sin valor alguno. Por supuesto que es todo lo contrario como lo muestra Chesterton. Si nadie quiere hacer nuestro trabajo porque parece servil pues será mucho más valorado con el pasar del tiempo. Así que «¡Viva Cenicienta!» No podría ser una heroína mejor en este tiempo…

IMG_2629
Museo Louvre Abu Dhabi. Emiratos Árabes Unidos.

www.paolavelez.com

Publicado en Uncategorized

La agresividad no es sólo machista.

fullsizeoutput_58d
Muscat, Omán.

Quedó claro que la agresividad no necesariamente la podemos atribuir al género masculino ni a la testosterona que ellos producen. En una investigación dentro del mundo animal, sobre la que escribió Hugo Liaño, se concluyó que la agresividad animal era muy relativa, generalmente la de los machos salía a flote por el dominio del territorio. Sin embargo, la de las hembras era mucho mayor cuando estaban en peligro las crías. Es decir, si se comparaba la agresividad de los machos y las hembras, era mucho mayor la de las hembras que la de los machos. Liaño, puntualizó: “Las conductas mejor conocidas son las que se refieren a la agresividad en losanimales adultos y a los tipos de juego en los animales jóvenes. Tenemos la idea, y suele ser cierta en la mayoría de los casos, de que los machos son más agresivos que las hembras. La ver- dad es que esta noción es relativa, porque si bien los machos son sistemáticamente más agresivos en lo que concierne a la defensa o al mantenimiento de la integridad del territorio que consideran suyo, las hembras muestran más agresividad cuando creen que sus crías peligran por la aparición de intrusos.” 12

La agresividad estudiada en las hembras dentro del mundo animal, también la podemos observar en las mujeres, guardando las debidas proporciones, y no sólo en cuanto a los hijos sino también en muchas de las áreas en las que se desenvuelven en la actualidad. Tal vez la situación de las mujeres cuidando a sus bebés de los intrusos podría haber sido más similar en aquella era donde cada una habitaba un solo hogar; pero en este estado de cosas, donde ella ocupa por algunas horas su hogar de manera activa, y muchísimas horas más en su trabajo, entonces la agresividad que debería mantener por su bebé se traslada al lugar de trabajo. Chesterton, descubrió que la mujer en el campo laboral es capaz de ser muyfiel a una de las cabezas de la organización donde trabaja, así nosea conocido. Decía que la mujer es muy apta para defender su puesto de trabajo como si fuera su propia cría, y que por eso mismo no deberían hacerlo, porque precisamente su lealtad es ciega. Escribió: “Pero haced a una joven moderna secretaria de un grupo que intenta demostrar que el Rey Jorge III escribió las “Cartas de Junius”, y en tres meses también ella se lo creerá por puralealtad a sus patrones. Las mujeres modernas defienden su puesto en la oficina con toda la ferocidad de lo doméstico. Luchan por lamesa de trabajo y por la máquina de escribir como por el hogar y por la casa, y desarrollan una especie de relación matrimonial abeneficio de la cabeza invisible de la compañía como si estuvieran casadas con él. Por eso hacen un excelente trabajo de oficina, y esa es la razón por la que no deberían hacerlo.”

11  Anthony Clare (2002). Hombres, la masculinidad en crisis. Editorial Taurus. Madrid, España. pp. 40, 41.
12  Hugo Liaño (1998). Cerebro hombre, cerebro mujer. Ediciones B. Barcelona, España 1998.

Tomado del libro: «Las Mujeres Son Malas, Los Hombres Son Buenos Por Naturaleza» pp. 32, 33. iTunes.apple.com/…naturaleza/id1376035914

 

Publicado en Uncategorized

Los físicamente cobardes son los únicos hombres que no le tienen miedo a las mujeres. G. K. CHESTERTON.

IMG_2680
Burj Khalifa, Dubai.

El escritor inglés G. K. Chesterton, en su ensayo acerca de la obra de Shakespeare llamado “Los Macbeth”, toca el tema de la fuerza y la debilidad en los sexos; decía que, en aquella obra dramática, escrita aproximadamente en 1616, el autor había dibujado a la perfección la relación de un hombre y una mujer dentro del matrimonio. Exponía que alrededor de esa obra de teatro, existía una gran controversia a nivel histórico. Muchas personas declaraban que Lady Macbeth debía ser una mujer muy masculina y que, por el contrario, el señor Macbeth, tal vez era un cobarde, al haberse dejado gobernar por su esposa en el asesinato de Duncan. En la obra de teatro, la esposa tomó el mando de la situación y decidió agarrar los puñales con sus propias manos para dejarloscomo evidencia inculpando a otros, con el fin de entregarle el poder a su esposo, el poder que él tanto deseaba.

Lo que finalmenteconcluye Chesterton, es que Lady Macbeth realmente era una mujer muy femenina por su maldad, pero a la vez muy fuerte, y que el señor Macbeth era muy masculino porque se dejaba gobernar por su esposa, es decir débil. Señalaba que esa discusión, alrededor del asesinato de Duncan, era una discusión que se presentaba en todos los comedores de todos los hogares en el planeta. La mujer llamando cobarde a su esposo y el esposo dejándose dominar por su esposa. En su ensayo escribió: “Pero el varón Macbeth y su marcada, pero inadecuada virilidad, sólo puede ser expresados en conexión con el carácter de su mujer. […] La cuestión como comúnmente se expresa es, en pocas palabras, la cuestión de si Macbeth era realmente masculino, y, en segundo lugar, si Lady Macbeth no era realmente femenina. Los críticos antiguos asumieron que, dado que lady Macbeth obviamente gobernaba a su marido, tuvo que haber sido una mujer muy masculina. La deducción entera es por supuesto falsa. Es posible que mujeres masculinas gobiernen el consejo de la ciudad, pero jamás gobiernan a sus maridos. Las mujeres que gobiernan a sus maridos son las mujeres femeninas, y yo estoy enteramente de acuerdo con los que piensan que Lady Macbeth tuvo que ser una mujer muy femenina. Pero mientras algunos críticos insisten correctamente en el carácter femenino de Lady Macbeth, se empeñan en privar a Macbeth de ese carácter masculino que es obviamente lo contrario del otro. Piensan que Lady Macbeth tiene que ser un hombre porque gobierna. Y sobre el mismo estúpido principio piensan que Macbeth tiene que ser una mujer o un cobarde o un decadente o algo raro, porque es gobernado. El tipo de hombre más masculino es siempre gobernado. Los físicamente cobardes son los únicos hombres que no tienen miedo de las mujeres.

Tomado del libro: «Las Mujeres Son Malas, los Hombres Son Buenos Por Naturaleza» pp. 19, 20.

https://itunes.apple.com/co/book/las-mujeres-son-malas-los-hombres-son-buenos-por-naturaleza/id1376035914?mt=11