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¿El Campo Colombiano es excluyente?

Tierra Negra, Boyacá, Colombia. Archivo personal.

Julián tiene 17 años, vive en la vereda Aposentos, cerca de Nuevo Colón y Turmequé, en Boyacá. Es un joven alto, de cabello negro, piel trigueña y ojos negros. En la actualidad estudia en un colegio Técnico en Turmequé y está haciendo el curso con énfasis en electricidad. Vive en una casa a varios metros de la de sus abuelos. Allí comparte con su padre, madre y tres hermanos más. Los padres varias veces a la semana salen a recoger cosechas de frutales que los campesinos siembran en el sector o en algunas ocasiones, trabajan en su propia tierra que baja hasta la orilla del río. Se podría decir que son dueños de una montaña. Ambas familias, la de los abuelos y la de él, tienen antenas para recibir televisión y celulares que les permiten recibir internet. También tienen satelital. Están rodeados de gallinas, cabras, ovejas, perros y un gato. De igual forma, una vaca de la que toman leche para el consumo. Siembran frijol y árboles de durazno y ciruela.

Cada vez que llega alguien a visitarlos lo reciben con guarapo. Como viven en una montaña, desde su hogar se puede ver cómo el horizonte se mezcla con el verde de los sembrados y los tonos naranja que se pueden observar en el atardecer. El clima es caluroso en el día y de noche hace frío, pero no un frío estremecedor sino liviano y tranquilo. Julián nunca ha hecho las labores del campo. No sabe cómo se toma un azadón ni tampoco ha experimetado recoger frutas para vender en la cosecha. No lo ha hecho él ni tampoco su hermano ni sus dos hermanas menores. Su mirada está con ensoñación por el deseo de ser actor. Cada vez que entra a las redes sociales, vislumbra la vida de las personas en la ciudad. Le encantan las luces y el ritmo frenético que parece deseable. En los grupos de WhatsApp se cruza con pensamientos e ideologías que lo ponen a pensar sobre su función en este mundo. Ve películas y sus héroes son los actores como La Roca u otros similares. 

Para ir hacia el colegio, debe caminar varias cuadras, con el fin de poder llegar hasta la carretera municipal, en donde pasa la ruta que lo lleva hasta el colegio. Un gran beneficio que el gobierno municipal tiene a disposición para los estudiantes. Sus abuelos, recibieron una cocina por parte del gobierno para que pudieran hacer sus alimentos de forma adecuada y con mejores condiciones de salubridad. Sin embargo, la cocina está convertida en depósito y ellos siguen en la antigua, a pesar de las buenas intenciones.

En este caso particular, es importante hacer varias reflexiones en cuanto a lo que significa la pobreza y por otro lado, lo que es la insatisfacción causada desde fuera con fines netamente geopolíticos. Si el DANE llega a hacer la encuesta a estas poblaciones, lo más seguro es que encontraría una familia que no tiene ningún contrato estable, tampoco contribución a la seguridad social. La conclusión sería que estas dos familias son pobres.

Árbol de ciruelas, Nuevo Colón, Boyacá. Archivo personal.

Si miramos la diferencia entre satisfactores y necesidades que terminan hablando de pobreza, según Neef (1998) veríamos que las variables establecidas para encontrar pobreza en este caso, se darían por la noción economicista. Neef (1998) dice: “El sistema propuesto permite la reinterprestación del concepto de pobreza. El concepto tradicional es limitado y restringido, puesto que se refiere exclusivamente a la situación de aquellas personas que pueden clasificarse por debajo de un determinado umbral de ingreso. La noción es estrictamente economicista.” (p. 43) Este concepto es el que se maneja según el DANE. En cuanto a los satisfactores y necesidades Neef (1998) dice: “El típico error que se comete en la literatura y análisis acerca de las necesidades humanas es que no se explicita la diferencia fundamental entre lo que son propiamente necesidades y lo que son satisfactores de esas necesidades. […] Son los satisfactores los que definen la modalidad dominante que una cultura o una sociedad imprimen a las necesidades. Los satisfactores no son los bienes económicos disponibles sino que están referidos a todo aquello que, por representar formas de ser, tener, hacer y estar, contribuye a la realización de necesidades humanas. […] Queda allí, abonado el terreno para la conformación de una sociedad alienada que se embarca en una carrera productivista sin sentido. La vida se pone, entonces, al servicio de los artefactos en vez de los artefactos al servicio de la vida.” (p. 50) Esto quiere decir, que Julián y su familia son declarados pobres según las variables economicistas que maneja el DANE. Por otro lado, sus satisfactores personales están dictados por lo que él puede observar a traves de las redes sociales y lo que dicta la cultura que lo aliena en la actualidad, llevándolos a pensar junto con su familia que deben vivir frustrados por pertenecer al campo. Ellos hacen parte de las “Patologías colectivas de la Frustración” de las cuales Neef (1998) analiza: “Debemos necesariamente reconocer la existencia de patologías colectivas de frustración, para las cuales los tratamientos aplicados han resultado hasta ahora ineficaces.” (p. 44)

Nuevo Colón Boyacá, Colombia. Archivo personal.

Estas dos familias no son pobres. A cambio de esto, estan enmarcados dentro de unos satisfactores que ellos creen insatisfechos por causa de lo que otros opinan acerca de la vida que están trasegando en el campo. Si desde fuera alguien les recalca que son pobres por vivir en el campo, entonces se sentirán insatisfechos así no sean pobres realmente. Y aquí es donde el factor geopolítico entra a jugar un papel importante en la insatisfacción que generan en los campesinos de Colombia con fines populistas. De ahí que en la CEPAL (2020)  hablen de insatisfacción y el circulo vicioso que se genera en latinoamérica como “Trampa institucional” que evidentemente va en contravía de la democracia. Dicen lo siguiente: “Desde una perspectiva comparada dentro de los países de la OCDE, Sebastián Nieto y Paula Cerruti también apuntan a un círculo vicioso que amenaza a la cohesión social. Al respecto, señalan la presencia de una “trampa institucional” que emerge ante el aumento en las aspiraciones y exigencias sociales por parte de los sectores medios en América Latina y el Caribe. Estas nuevas demandas dan lugar a una insatisfacción generalizada con los bienes públicos disponibles, lo que a su vez se traduce en una baja moral tributaria, menores ingresos fiscales y, finalmente, insuficientes recursos públicos para financiar bienes públicos de calidad, reforzando la insatisfacción inicial. Este círculo vicioso no sería privativo de las sociedades latinoamericanas, sino una trampa que puede observarse en países desarrollados, especialmente en contextos de creciente desigualdad y deterioro de las capacidades del Estado para mitigar su avance.” (p. 15)

Este círculo vicioso de insatisfacción debe romperse para que el país siga disfrutando de la democracia que todavía existe. En todos las naciones del mundo existen muchas situaciones que se deben mejorar, pero como dicen en la CEPAL, esta insatisfacción es generalizada hasta en los desarrollados y de primer mundo. Por ello, la labor del profesional unadista es necesaria por el liderazgo al que está llamado en medio de las comunidades que poseen la “patología social de la frustración”. La educación es el eje principal para empoderar a jovenes como Julián que por culpa de satisfactores culturales que vienen de otra parte, desea vivir en una ciudad apretujada. Demeritan la labor del campesino quien es el encargado de generar los alimentos a la gran ciudad atiborrada de sujetos, sin verde, sin espacio y con pocos atardeceres.

Calabacín amarillo en crecimiento. Nuevo Colón, Boyacá. Archivo personal.

Aunque Julián y su familia tienen procesos de inclusión por parte del gobierno nacional, departamental y municipal, en cuanto al cuidado que tienen de su familia, al brindarles educación gratuita de calidad en el instituto de Turmequé, posibilidades en el SENA, cubrimiento en salud, subsidio de ingreso solidario, ruta escolar, ayudas para construcción de vivienda, programas para almacenamiento de aguas lluvias y demás ayudas, es necesario preparar a este joven y a los que allí viven para que puedan ser líderes comunitarios que empoderen esta población con el fin de seguir movilizando los procesos de justicia social que se están llevando a cabo por el gobierno de turno y por aquellos que seguirán sucediendo en el futuro.

Sartú (2001) tiene el Empoderamiento como modelo de intervención para las comunidades. Muy adecuado para ayudar a Julián y a su comunidad a construir su propia identidad y sus propios satisfactores que les demuestren que están en el mejor lugar del planeta disfrutando de espacio, de naturaleza y de todas las ventajas que el campo tiene para los seres humanos. Sartú (2001) dice: “Podemos definir empoderamiento como la posibilidad y la capacidad de las personas (o de las comunidades) para tomar decisiones, elegir alternativas, actuar y construir su propia identidad. Para llegar a este punto, hace falta tener cubiertas las necesidades más básicas, pero también de información, reflexión crítica, autonomía y libertad.” (p. 94)

En este caso Julián y su familia tienen cubiertas las necesidades más básicas, necesitan información para reconocer lo grandioso que poseen, reflexión crítica, para no permitir mentiras sobre su sistema de vida realmente envidiable, autonomía, para decidir emprendimientos nuevos como el turismo y libertad, para disfrutar de la libertad del campo verde y gigante del que ya son dueños.

Nuevo Colón, Boyacá. Archivo personal.

Referencias Bibliográficas

CEPAL (2020). Presentación de las contribuciones y su aporte a la discusión en torno a la inclusión y la cohesión social en América Latina. En CEPAL. Inclusión y cohesión social en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: claves para un desarrollo social inclusivo en América Latina (pp. 11-23). Santiago CEPAL. 

Max-Neef, M. (1998). Desarrollo a escala humana. Conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones. Barcelona, 23-82 

Sartú (2001). Estrategias profesionales para la inclusión social. Federación Sartú, Barcelona. 

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Audio Día 5 de 125 Días. «Me curé de la perniciosa tendencia de comparar y preferir, especialmente cuando se trata de la naturaleza.» C. S. Lewis.

Tibaná, Boyacá.

Si desea comprar el libro 125 Días electrónico, puede hacerlo en el siguiente link: https://www.smashwords.com/books/view/1034552

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Todas las fotografías, textos y audios son propiedad de Paola Vélez mientras no se diga lo contrario.

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¿Qué tan virtuosos nos ven los que nos rodean?

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Caravaca De la Cruz, España.

Después de escuchar atentamente mi anhelo de regresar a Colombia lo más pronto posible, él me dijo que quería invitarme a cenar en la noche. Expresó su deseo de ayudarme, aunque sólo fuera invitándome a comer. Yo le dije que esa era una gran ayuda y que se lo agradecía de corazón.

Me fui hacia el lugar donde había comprado el tour hacia el Parque Nacional de las Torres del Paine en la Patagonia chilena, y le pagué a la dueña. Una señora muy simpática que entendía la diferencia entre el estilo de vida económico de un latino y de un turista que venía de algún país desarrollado. Esa fue la razón principal para que me hubiera hecho un descuento tan especial. Me dijo que pasaban a recogerme en el hotel a las siete de la mañana.

Entré a la habitación y me quedé mirando hacia el techo, que por cierto era bastante lindo. Tenía listones ordenados en madera de color blanco. Le di gracias a Dios por todas esas personas que me rodeaban con su ayuda y además por darme la oportunidad de sentirme como una turista adinerada que podía tomar un tour privado tan costoso, hacia un lugar tan lejano y particular.

Me metí al baño para disfrutar esa sensación de limpieza que había sido tan esquiva los últimos días. Mi cuerpo lo pedía a gritos. Afortunadamente tenía ropa limpia que había podido lavar en la casa de Maritza en Valdivia, especialmente las medias que son las más necesarias. El viento comenzó a soplar con mucha fuerza, un fenómeno para mí, pero que era muy común para los que vivían allá. Emitía sonidos como los de las películas de terror.

El joven llegó al hotel a recogerme muy puntual. Me preguntó que quería comer; entonces le dije que estaba muy antojada de comer una pizza vegetariana con bastante ajo. Propuso que fuéramos a una pizzería donde también había computadores para navegar en internet. Esa pizzería la había visto antes, pero por razones económicas solo la había visto con deseo. No podía creer que Dios me estuviera dando semejante regalo a través de aquel hombre. Pero fue aún más increíble cuando pidió una botella de vino blanco para acompañarla. Brindamos con unas copas muy hermosas por todos los viajes que nos faltaban por realizar en el futuro.

Me contó que, al otro día, se tenía que ir de madrugada hacia el refugio, así que ya no nos íbamos a volver a ver. Me entregó una dirección para que yo le escribiera contándole mi buen regreso a Colombia. A medida que avanzaba el tiempo, el viento se iba volviendo más fuerte. Él aseguró que algunas veces habían sentido vientos de hasta 180 kilómetros por hora, especialmente en verano.

Me acompañó hasta el hotel y allí en la puerta me deseó un buen regreso a Colombia. Le agradecí con mi alma por ayudarme con tan buenos sentimientos a pasar momentos especiales sin esperar nada a cambio. También le dije que anhelaba que se pudiera casar con su novia holandesa para que fuera feliz. Se notaba claramente que era un hombre virtuoso, de buenos sentimientos. Un candidato ideal para recibir parte de los beneficios del cielo aquí en la tierra. Él entrena desde ahora sus virtudes para usarlas cuando estemos frente a nuestro Padre y nuestro prójimo en el cielo. C. S. Lewis dice que, si no poseemos algún indicio de las virtudes en nuestra vida interior, es difícil que algo externo pueda crearlas para disfrutarlas como se debe y como Dios nos las preparó. No creo que sus buenas acciones sólo fueran ocasionales, y que su buen corazón sólo hubiera sido evidente conmigo, era incuestionable que las practicaba regularmente y por esa misma razón hacían parte de su vida interior. Lewis habla lo siguiente sobre la virtud: “Hay un punto más acerca de las virtudes que deberíamos hacer notar. Existe una diferencia entre llevar a cabo una acción justa o templada y ser un hombre justo y templado. Alguien que no es un buen jugador de tenis podría de vez en cuando dar un buen golpe. Lo que queremos decir por un buen jugador es un hombre cuyos ojos, músculos y nervios han sido tan entrenados por innumerables buenos golpes que ahora se puede confiar en ellos. Tienen un cierto tono o cualidad que están ahí incluso cuando no están jugando, del mismo modo que la mente de un matemático posee un cierto hábito y punto de vista que permanecen incluso cuando no se dedica a las matemáticas. Del mismo modo, un hombre que persevera en hacer buenas acciones adquiere al final una cierta cualidad de carácter. Y entonces es a esa cualidad, antes que a sus acciones en particular, a lo que nos referimos cuando hablamos de “virtud”. […] la verdad es que las buenas acciones llevadas a cabo por motivos equivocados no ayudan a construir la cualidad interna o característica llamada “virtud”, y es esta cualidad o característica la que importa realmente. […] Podríamos pensar que Dios sólo quiere la simple obediencia a un conjunto de reglas, mientras que lo que quiere es personas de una determinada manera de ser. […] Podríamos pensar que las “virtudes” son sólo necesarias en la vida presente… que en el otro mundo podremos dejar de ser justos porque no hay nada por qué disputar, o dejar de ser valientes porque allí no hay ningún peligro. […] pero habrá todo tipo de ocasiones para ser la clase de personas en las que podríamos convertirnos sólo como resultado de haber llevado a cabo tales acciones en la tierra. […]  si las personas no tienen al menos un indicio de tales cualidades en su interior, ninguna condición externa posible podría crear un “cielo” para ellas… es decir, hacerlas felices con la profunda, intensa, inamovible felicidad que Dios nos tiene reservada.” [1]

De esa manera debemos ser reconocidos por las personas que nos conocen, como hombres y mujeres que vivimos una vida virtuosa y no solo haciendo el bien ocasionalmente. Es precisamente lo que Dios espera de nosotros cuando nos convertimos en cristianos. Nuestra vida no puede ser la misma porque poco a poco debemos crecer en el camino de la salvación, y esto lleva de por sí un comportamiento virtuoso evidente. Como dice el apóstol Pedro, somos piedras vivas con comportamientos que hablan, con las cuales Dios edifica un templo espiritual que a su vez se vuelve más poderoso con las obras virtuosas que hacemos hacia los demás. Él escribe: “Por lo tanto, desháganse de toda mala conducta. […] Como bebés recién nacidos, deseen con ganas la leche espiritual pura para que crezcan a una experiencia plena de la salvación. Pidan a gritos ese alimento nutritivo ahora que han probado la bondad del Señor. […] Ahora ustedes se acercan a Cristo, quien es la piedra viva principal del templo de Dios. […] Y ustedes son las piedras vivas con las cuales Dios edifica su templo espiritual. […] Por la mediación de Jesucristo, ustedes ofrecen sacrificios espirituales que agradan a Dios. […] Pero ustedes no son así porque son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una nación Santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, pues Él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa. […] Procuren llevar una vida ejemplar entre sus vecinos no creyentes. Así, por más que ellos los acusen de actuar mal, verán que ustedes tienen una conducta honorable y le darán honra a Dios cuando él juzgue al mundo.” [2]

¿Los que nos rodean podrían decir que somos virtuosos? o que, ¿ocasionalmente hacemos acciones que expresan nuestras virtudes?

[1] C. S. Lewis (2006). Mero cristianismo. Editorial Rayo. New York, U. S. A. pp. 94-96.

[2] 1 Pedro 2:1-12 NTV (Nueva Traducción Viviente)

www.paolavelez.com

¿Las mujeres somos más dóciles cuando nos educamos?

Aquí está el mejor antídoto contra la corrupción en nuestros países… Día 113 de “125 Días”.