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Los niños… ¿Cuándo iban a imaginar que los seres diseñados para alegrarles su infancia iban a reemplazarlos para acabar con la humanidad?

Museo Guggenheim. Bilbao, España.

Muchas de las razas que ahora vemos cómo mascotas, fueron diseñadas para cumplir algunos requisitos especiales con el fin de ser disfrutadas por niños de varias edades. Algunos son pequeños, otros peludos, con poco pelo, con cola larga, sin cola, tranquilos, activos en fin. Lo que nunca imaginamos es que ellos podrían reemplazar un ser viviente que sí habla palabras audibles y con sintaxis ordenada. Pero esto no es de extrañar, si estamos en una sociedad donde lo que importa es el individualismo extremo, que por cierto, hizo su mejor aparición con Descartes y su frase «Pienso, luego existo» y, que, por supuesto, fue muy adecuada para su tiempo. En aquel momento era imprescindible dejar de pensar como la manada, pero ahora después de tantos años y con la consecuente degeneración del concepto, se ha llegado a cambiar la vida de un ser humano por preferir a una mascota. A mediados del siglo XX tenían la excusa de la súper población mundial. Pero ahora que está demostrado que nuestra humanidad está cayendo vertiginosamente, ¿Qué excusa tienen para preferir mascotas y no hijos?

No existe razón lógica y «benevolente» para hacerlo, porque este castillo de la súper población se derrumbó con la realidad de la necesidad de seres humanos que habiten, cultiven, crezcan, amen, gasten, aburran y critiquen a sus progenitores. Es probable que el discurso de la población desbordada ya no lo utilicen y que surja algo peor y es el cinismo de aceptar que no quieren hijos y mejor una mascota porque en realidad son egoístas. En ese caso y en el de «tanta población», sólo podemos evidenciar una sociedad en decadencia, que entristece.

El marketing y la publicidad están pendientes de la sicología del consumidor y del comportamiento humano para entrar con fuerza en el mercado, dependiendo del producto. Mirando la historia de la publicidad, podemos observar las tendencias sociales de las épocas. Por ejemplo, a comienzos del siglo XX los afiches presentaban mujeres vestidas desde el cuello hasta los pies. Algo muy contrario a lo que vemos en la actualidad y donde el publicista prefiere hombres o mujeres «escasos de ropa» para «vender mejor». Por tanto, si vemos en el parque venta de «helados» para mascotas, de zanahoria y carne, es evidente que estamos en un cambio social muy grande. Si un emprendedor decidió utilizar a los publicistas para mostrar a sus posibles compradores a un perro como si fuera un niño, verdaderamente que esto está cambiando ante nuestros ojos y no para bien. ¿Por qué utilizan la palabra «Helado» (palabra que proporciona una de las mayores felicidades en un niño) y en un parque? Una mascota no es un hijo, así los quieran humanizar. Una mascota te hace creer buen ser humano porque así lo grites regresa a quererte. Y ahí es donde está el verdadero problema. Nos dejamos engañar en nuestras cabezas y esto es bien utilizado para hacer dinero.

Requerimos dejar atrás el egoísmo y el individualismo de esta sociedad, por el bien del futuro de nuestra humanidad. Las mascotas alegran y alegrarán nuestras vidas, las de los ancianos y las de los niños, pero no son hijos. Los hijos pueden contribuir al mejoramiento de las energías renovables, a minimizar la pobreza, a hacer una sociedad mas justa y equitativa. Necesitamos el uso de la razón de un niño, que luego será adulto, para que nuestra sociedad sea como la hemos soñado.

Las imágenes y los textos son propiedad de Paola Vélez mientras no se escriba lo contrario.