Antonio Cruz, Nació en Úbeda, provincia de Jaén (España) el 15 de julio de 1952. Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Barcelona el 17 de Marzo de 1979 y Doctor en Biología por la misma Universidad de Barcelona el 10 de julio de 1990.
Hasta su jubilación en 2012 fue Catedrático de Biología y Jefe del Seminario de Ciencias Experimentales del Instituto Investigador Blanxart en Barcelona. Investigador del Centro de Recursos de Biodiversidad Animal del Departamento de Biología Animal de la Universidad de Barcelona. Ha trabajado en diversas investigaciones zoológicas y descubierto numerosas especies de crustáceos isópodos.
Ha publicado numerosos artículos en revistas científicas españolas y europeas especializadas en biología y zoología; así como artículos sobre temas de ciencia en diversos periódicos y revistas generales. Ha tomado parte en múltiples debates en programas de radio y TV y participado en numerosos Congresos Científicos en España y en el extranjero.
Es pastor-colaborador de la Iglesia Evangélica Unida de Terrassa (Barcelona) España y Profesor del Centro de Estudios Teológicos en Barcelona. Coordinador en cuestiones de bioética del «Congrés Protestant de Catalunya». Fue invitado para participar en el Seminario Interconfesional sobre Perspectiva cristiana de la clonación humana en la Facultad de Teología de Barcelona. Autor de numerosos libros cristianos publicados por CLIE y otras editoriales.
Escribe un texto muy importante sobre la necesidad de respetar los sistemas religiosos: Por eso el cristianismo debe vaciarse y salir de sí mismo, como hizo Jesús. Tiene que abrirse a todas las tradiciones culturales por medio de una actitud humilde dialogan y servicial. Los creyentes no podemos monopolizar a Cristo, ni tampoco tenemos la exclusividad de la bondad, la moral o la esperanza. […] Lo único que podemos y debemos hacer, es señalar y preparar el camino que conduce a Él. […] Sólo mediante ese amor al prójimo será posible que en este planeta los besos destierren por fin a las pistolas. (El cristiano en la aldea global. Editorial vida. Páginas 73-76)
Todos los textos e imágenes son propiedad de Paola Vélez mientras no se escriba lo contrario. La portada del libro «El Cristiano en la aldea global» y la fotografía de Antonio Cruz fueron tomadas de Internet.
Nació en Boston el 16 de octubre de 1931. Murió en abril de 2012 a sus ochenta años. Fue un escritor, abogado, activista, político y consejero-asesor del presidente de los Estados Unidos Richard Nixon entre los años 1969 y 1973. Las investigaciones acerca de su participación en el escándalo de Watergate crearon una grave crisis política, que provocó el proceso de Impeachment contra el presidente Nixon, quien terminó renunciando.
Meses más tarde, Charles Colson fue detenido y condenado a tres años de prisión tras confesar su participación en la «Obstrucción de la justicia» en el caso Watergate. En este intervalo, se convirtió al cristianismo y cambió su vida. Después de su detención durante siete meses, salió con libertad condicional y se dedicó a la asistencia social y espiritual a los presos.
Escribió una frase muy famosa e importante sobre el sufrimiento de los cristianos que no son congruentes con su fe. Dice: «En resumen, el cristiano incongruente con su fe, sufre aún mas, que el ateo constante en su ateísmo. Las personas más miserables son las que conocen la verdad pero no la obedecen. El cristianismo en realidad describe nuestra verdadera naturaleza y nos muestra cómo vivir de acuerdo a ella. Y cuando lo hacemos disfrutamos los resultados de actuar en la forma en que fuimos creados para actuar.» (¿Y ahora cómo viviremos? Editorial Vida. Página 186, 284, 285.)
Esta frase anteriormente citada, se encuentra en el día 4 de 125 días, en la primera parte, destino Chile. Puede conseguir el libro electrónico en el siguiente enlace: https://www.smashwords.com/books/view/1034552
Muchas de las razas que ahora vemos cómo mascotas, fueron diseñadas para cumplir algunos requisitos especiales con el fin de ser disfrutadas por niños de varias edades. Algunos son pequeños, otros peludos, con poco pelo, con cola larga, sin cola, tranquilos, activos en fin. Lo que nunca imaginamos es que ellos podrían reemplazar un ser viviente que sí habla palabras audibles y con sintaxis ordenada. Pero esto no es de extrañar, si estamos en una sociedad donde lo que importa es el individualismo extremo, que por cierto, hizo su mejor aparición con Descartes y su frase «Pienso, luego existo» y, que, por supuesto, fue muy adecuada para su tiempo. En aquel momento era imprescindible dejar de pensar como la manada, pero ahora después de tantos años y con la consecuente degeneración del concepto, se ha llegado a cambiar la vida de un ser humano por preferir a una mascota. A mediados del siglo XX tenían la excusa de la súper población mundial. Pero ahora que está demostrado que nuestra humanidad está cayendo vertiginosamente, ¿Qué excusa tienen para preferir mascotas y no hijos?
No existe razón lógica y «benevolente» para hacerlo, porque este castillo de la súper población se derrumbó con la realidad de la necesidad de seres humanos que habiten, cultiven, crezcan, amen, gasten, aburran y critiquen a sus progenitores. Es probable que el discurso de la población desbordada ya no lo utilicen y que surja algo peor y es el cinismo de aceptar que no quieren hijos y mejor una mascota porque en realidad son egoístas. En ese caso y en el de «tanta población», sólo podemos evidenciar una sociedad en decadencia, que entristece.
El marketing y la publicidad están pendientes de la sicología del consumidor y del comportamiento humano para entrar con fuerza en el mercado, dependiendo del producto. Mirando la historia de la publicidad, podemos observar las tendencias sociales de las épocas. Por ejemplo, a comienzos del siglo XX los afiches presentaban mujeres vestidas desde el cuello hasta los pies. Algo muy contrario a lo que vemos en la actualidad y donde el publicista prefiere hombres o mujeres «escasos de ropa» para «vender mejor». Por tanto, si vemos en el parque venta de «helados» para mascotas, de zanahoria y carne, es evidente que estamos en un cambio social muy grande. Si un emprendedor decidió utilizar a los publicistas para mostrar a sus posibles compradores a un perro como si fuera un niño, verdaderamente que esto está cambiando ante nuestros ojos y no para bien. ¿Por qué utilizan la palabra «Helado» (palabra que proporciona una de las mayores felicidades en un niño) y en un parque? Una mascota no es un hijo, así los quieran humanizar. Una mascota te hace creer buen ser humano porque así lo grites regresa a quererte. Y ahí es donde está el verdadero problema. Nos dejamos engañar en nuestras cabezas y esto es bien utilizado para hacer dinero.
Requerimos dejar atrás el egoísmo y el individualismo de esta sociedad, por el bien del futuro de nuestra humanidad. Las mascotas alegran y alegrarán nuestras vidas, las de los ancianos y las de los niños, pero no son hijos. Los hijos pueden contribuir al mejoramiento de las energías renovables, a minimizar la pobreza, a hacer una sociedad mas justa y equitativa. Necesitamos el uso de la razón de un niño, que luego será adulto, para que nuestra sociedad sea como la hemos soñado.
Las imágenes y los textos son propiedad de Paola Vélez mientras no se escriba lo contrario.
Catedral de la Sagrada Familia. Barcelona, España. Cuando querer tener una familia era sospechoso…
La frase de C. S. Lewis sobre El Progreso es muy adecuada en estos tiempos: «Todos queremos progreso, pero si estás en el camino equivocado, El Progreso significa dar la media vuelta y volver al camino correcto; en ese caso el hombre que vuelve más pronto es el más progresista.» (C. S. Lewis. Contraportada de Mero Cristianismo, Editorial Andres Bello, Chile. 1994).
En diciembre del año 2019 la vida era muy distinta a lo que estamos viviendo en medio de esta pandemia producida por el covid-19. La familia original estaba completamente desvirtuada y en muchos aspectos el simple hecho de querer conformar alguna, era motivo de sospecha. Era como si un infiltrado se estuviera metiendo dentro de los nuevos valores de la modernidad. Estos valores, que incluyen no tener hijos sino mascotas, relaciones abiertas donde cada uno hace lo que le da la gana con su dinero y con su cuerpo, estaban en la boca de tantos jóvenes que creían tener toda la verdad. Cualquiera que pensara diferente simplemente era de la antigüedad.
Los millennials se veían como esos seres que tenían al mundo global en sus manos, mientras que con temor algunos tratábamos de mantener el modelo de familia original, sin importar las miradas de sospecha de aquellos que silenciosamente nos acusaban. De repente entró la pandemia en nuestras vidas e inmediatamente todo se ajustó al origen olvidado. Las familias comenzaron a vivir juntas, y los millennials descubrieron que en realidad no tienen el mundo global en sus manos, sino que en cualquier momento algo invisible los deja quietos en el lugar en donde nunca han querido estar, en un hogar.
Palacio de Versalles. Francia. Cuando los Millennials creían que el mundo global les pertenecía y querían vivir lejos de su hogar.
Aquellos que hemos venido entrenando, para vivir esa vida antigua, simplemente seguimos este momento sin ninguna tristeza, sino más bien disfrutando con más tranquilidad de aquello que ya veníamos utilizando tiempo atrás. No fuimos tomados por sorpresa sin saber cocinar, u odiando cocinar. No fuimos tomados por sorpresa con el ataque silencioso de la ropa sucia, y el polvo rondando por la casa. Tampoco fuimos tomados por sorpresa a causa de la quietud. Simplemente regresamos a aquello que nos habían quitado sin darnos cuenta en las fábricas de la época de la industrialización. Los hombres y también las mujeres regresaron al lugar de donde nunca debieron haber salido. Por eso ahora sí estamos progresando realmente. El Covid-19 nos ayudó a dar la media vuelta para regresar hasta el camino en que nos habíamos desviado, pensando que el progreso estaba en medio del mundo acelerado, sin familia, y acompañados por una mascota. De niños abandonados con sus empleadas. Y de hombres y mujeres compitiendo por el poder en los pocos hogares que todavía se mantenían. El Covid-19 nos obligó a valorar la persona cercana que no tuvo a dónde irse. Nos confirmó que tener una pareja y sacrificarnos por otro es mejor que ser individualista y vivir únicamente para sí mismo. Descubrimos que las personas con las que compartimos tantas horas al día tal como era antiguamente, se parecen en realidad a toda la humanidad. No necesitamos salir hacia los confines lejanos para encontrar libertad y conocer seres distintos, porque la verdadera libertad está en la propia casa. Afuera hay tapabocas y reglas más estrictas que las que podemos encontrar en nuestros aposentos.
Este es el verdadero progreso y ojalá como humanidad no nos volvamos a desviar del verdadero camino del hogar libre y feliz.
Después de escuchar atentamente mi anhelo de regresar a Colombia lo más pronto posible, él me dijo que quería invitarme a cenar en la noche. Expresó su deseo de ayudarme, aunque sólo fuera invitándome a comer. Yo le dije que esa era una gran ayuda y que se lo agradecía de corazón.
Me fui hacia el lugar donde había comprado el tour hacia el Parque Nacional de las Torres del Paine en la Patagonia chilena, y le pagué a la dueña. Una señora muy simpática que entendía la diferencia entre el estilo de vida económico de un latino y de un turista que venía de algún país desarrollado. Esa fue la razón principal para que me hubiera hecho un descuento tan especial. Me dijo que pasaban a recogerme en el hotel a las siete de la mañana.
Entré a la habitación y me quedé mirando hacia el techo, que por cierto era bastante lindo. Tenía listones ordenados en madera de color blanco. Le di gracias a Dios por todas esas personas que me rodeaban con su ayuda y además por darme la oportunidad de sentirme como una turista adinerada que podía tomar un tour privado tan costoso, hacia un lugar tan lejano y particular.
Me metí al baño para disfrutar esa sensación de limpieza que había sido tan esquiva los últimos días. Mi cuerpo lo pedía a gritos. Afortunadamente tenía ropa limpia que había podido lavar en la casa de Maritza en Valdivia, especialmente las medias que son las más necesarias. El viento comenzó a soplar con mucha fuerza, un fenómeno para mí, pero que era muy común para los que vivían allá. Emitía sonidos como los de las películas de terror.
El joven llegó al hotel a recogerme muy puntual. Me preguntó que quería comer; entonces le dije que estaba muy antojada de comer una pizza vegetariana con bastante ajo. Propuso que fuéramos a una pizzería donde también había computadores para navegar en internet. Esa pizzería la había visto antes, pero por razones económicas solo la había visto con deseo. No podía creer que Dios me estuviera dando semejante regalo a través de aquel hombre. Pero fue aún más increíble cuando pidió una botella de vino blanco para acompañarla. Brindamos con unas copas muy hermosas por todos los viajes que nos faltaban por realizar en el futuro.
Me contó que, al otro día, se tenía que ir de madrugada hacia el refugio, así que ya no nos íbamos a volver a ver. Me entregó una dirección para que yo le escribiera contándole mi buen regreso a Colombia. A medida que avanzaba el tiempo, el viento se iba volviendo más fuerte. Él aseguró que algunas veces habían sentido vientos de hasta 180 kilómetros por hora, especialmente en verano.
Me acompañó hasta el hotel y allí en la puerta me deseó un buen regreso a Colombia. Le agradecí con mi alma por ayudarme con tan buenos sentimientos a pasar momentos especiales sin esperar nada a cambio. También le dije que anhelaba que se pudiera casar con su novia holandesa para que fuera feliz. Se notaba claramente que era un hombre virtuoso, de buenos sentimientos. Un candidato ideal para recibir parte de los beneficios del cielo aquí en la tierra. Él entrena desde ahora sus virtudes para usarlas cuando estemos frente a nuestro Padre y nuestro prójimo en el cielo. C. S. Lewis dice que, si no poseemos algún indicio de las virtudes en nuestra vida interior, es difícil que algo externo pueda crearlas para disfrutarlas como se debe y como Dios nos las preparó. No creo que sus buenas acciones sólo fueran ocasionales, y que su buen corazón sólo hubiera sido evidente conmigo, era incuestionable que las practicaba regularmente y por esa misma razón hacían parte de su vida interior. Lewis habla lo siguiente sobre la virtud: “Hay un punto más acerca de las virtudes que deberíamos hacer notar. Existe una diferencia entre llevar a cabo una acción justa o templada y ser un hombre justo y templado. Alguien que no es un buen jugador de tenis podría de vez en cuando dar un buen golpe. Lo que queremos decir por un buen jugador es un hombre cuyos ojos, músculos y nervios han sido tan entrenados por innumerables buenos golpes que ahora se puede confiar en ellos. Tienen un cierto tono o cualidad que están ahí incluso cuando no están jugando, del mismo modo que la mente de un matemático posee un cierto hábito y punto de vista que permanecen incluso cuando no se dedica a las matemáticas. Del mismo modo, un hombre que persevera en hacer buenas acciones adquiere al final una cierta cualidad de carácter. Y entonces es a esa cualidad, antes que a sus acciones en particular, a lo que nos referimos cuando hablamos de “virtud”. […] la verdad es que las buenas acciones llevadas a cabo por motivos equivocados no ayudan a construir la cualidad interna o característica llamada “virtud”, y es esta cualidad o característica la que importa realmente. […] Podríamos pensar que Dios sólo quiere la simple obediencia a un conjunto de reglas, mientras que lo que quiere es personas de una determinada manera de ser. […] Podríamos pensar que las “virtudes” son sólo necesarias en la vida presente… que en el otro mundo podremos dejar de ser justos porque no hay nada por qué disputar, o dejar de ser valientes porque allí no hay ningún peligro. […] pero habrá todo tipo de ocasiones para ser la clase de personas en las que podríamos convertirnos sólo como resultado de haber llevado a cabo tales acciones en la tierra. […] si las personas no tienen al menos un indicio de tales cualidades en su interior, ninguna condición externa posible podría crear un “cielo” para ellas… es decir, hacerlas felices con la profunda, intensa, inamovible felicidad que Dios nos tiene reservada.” [1]
De esa manera debemos ser reconocidos por las personas que nos conocen, como hombres y mujeres que vivimos una vida virtuosa y no solo haciendo el bien ocasionalmente. Es precisamente lo que Dios espera de nosotros cuando nos convertimos en cristianos. Nuestra vida no puede ser la misma porque poco a poco debemos crecer en el camino de la salvación, y esto lleva de por sí un comportamiento virtuoso evidente. Como dice el apóstol Pedro, somos piedras vivas con comportamientos que hablan, con las cuales Dios edifica un templo espiritual que a su vez se vuelve más poderoso con las obras virtuosas que hacemos hacia los demás. Él escribe: “Por lo tanto, desháganse de toda mala conducta. […] Como bebés recién nacidos, deseen con ganas la leche espiritual pura para que crezcan a una experiencia plena de la salvación. Pidan a gritos ese alimento nutritivo ahora que han probado la bondad del Señor. […] Ahora ustedes se acercan a Cristo, quien es la piedra viva principal del templo de Dios. […] Y ustedes son las piedras vivas con las cuales Dios edifica su templo espiritual. […] Por la mediación de Jesucristo, ustedes ofrecen sacrificios espirituales que agradan a Dios. […] Pero ustedes no son así porque son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una nación Santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, pues Él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa. […] Procuren llevar una vida ejemplar entre sus vecinos no creyentes. Así, por más que ellos los acusen de actuar mal, verán que ustedes tienen una conducta honorable y le darán honra a Dios cuando él juzgue al mundo.” [2]
¿Los que nos rodean podrían decir que somos virtuosos? o que, ¿ocasionalmente hacemos acciones que expresan nuestras virtudes?
[1] C. S. Lewis (2006). Mero cristianismo. Editorial Rayo. New York, U. S. A. pp. 94-96.
[2] 1 Pedro 2:1-12 NTV (Nueva Traducción Viviente)
Catedral de la Sagrada Familia, Barcelona, España.
DÍA 113
Finalmente dejé en mi espalda la visión del Océano Glacial Antártico y de los pingüinos durmiendo con sus crías en los montículos. Ya debía regresar a la realidad para enfrentarme con seres humanos a los que les puedo entender el lenguaje. Cuando llegué a la entrada, mis compañeros de viaje estaban en silencio esperando que yo apareciera por algún lado. No me dijeron nada porque no teníamos tanta confianza como para regañar a alguien, pero era evidente su incomodidad por mi demora. Ellos tenían razón en estar enojados porque mientras disfrutaba del silencio y la soledad al lado de los animales, ellos estaban aburridos esperándome. Nos subimos en el carro y no me reprocharon afortunadamente.
Llegamos nuevamente a la casa de Carlos el joven ayudante del bus que nos trajo hasta la Patagonia chilena. Abrió la puerta su abuelita y nos dijo que él había salido a dar una vuelta. Detrás de ella apareció la mamá y dijo muy amable que podíamos seguir para que descansáramos un rato. No sabía cómo pedirle el favor de que me dejara quedar en algún lugar de su casa con mi sleeping, para evitar el gasto del hotel. Así que me armé de valor y se lo pedí directamente. Le dije que por favor me dejara quedar en el mueble de la sala sólo por esa noche. La señora muy amable me dijo que no había ningún problema. Así que la pareja de holandeses y el francés también le pidieron lo mismo en medio de mi extrañeza. El colombiano ya se había ido para un hotel en el centro. Seguramente sus planes económicos para el viaje habían sido diseñados de una mejor manera que los míos y los de los holandeses y el francés a pesar de que ellos tenían en su sangre un modo de comportamiento diferente. La historia de la Reforma Protestante influenció las vidas de las personas en estos países en el norte de Europa con Zwinglio y Calvino para no tener actuaciones de persona pobre. Yo había sido educada en el entorno del “más vivo”, con “la malicia indígena” y demás cosas que hacen de nuestros países los más corruptos en el mundo. Así que pedir este favor no era tan anormal si pensamos en el origen de mi vida. Pero que ellos lo hicieran era muy insólito desde mi punto de vista. Sus raíces estaban fundamentadas en un modo de vida muy distinto al mío. Ellos poseen gracias a su historia un modelo de estado y de sociedad completamente deseable en muchas partes del mundo. Max Weber profundizó en estas razones a comienzos del siglo XX, porque precisamente se preguntó el motivo de su éxito económico y observó que las raíces están en su religión que difiere bastante de judíos, católicos, musulmanes, budistas e hindúes; las mayores religiones en el mundo. Ninguna ha obtenido tantos éxitos en lo económico y finalmente en lo social como la que se practicaba en los países donde la Reforma Protestante hizo su aparición en el siglo XVI y donde los puritanos hicieron una búsqueda disciplinada de su salvación. Esta salvación se demostraba por el éxito en su profesión que derivaba en un éxito en lo económico, a pesar de que no buscaban el dinero como un bien en sí mismo. Es más, odiaban a quien se comportaba como un avaro. Y aunque creyeron que pertenecían a una élite especial, lo cual no puede ser cierto dentro del cristianismo, esto ayudaba a darles la fuerza para comportarse correctamente y por consiguiente a tener una buena reputación, que finalmente redundaba en beneficios económicos. Calvino dijo que existía la doble predestinación, es decir que unos eran predestinados por el mismo Creador para salvación y otros para condenación. Obviamente este tema está muy equivocado y está por fuera de la doctrina, ya que nuestro Padre nos dio el libre albedrío y si esto que planteó Calvino fuera verdad, entonces deduciríamos que Dios es determinista, así que se negaría así mismo, porque uno de sus mayores regalos es precisamente nuestra capacidad de decisión. Aunque el origen del progreso de los puritanos está fundado sobre un problema doctrinal dentro del cristianismo, no podemos desconocer que, a pesar de todo, puede enseñarnos bastante sobre lo que significa comportarnos correctamente, con una vida virtuosa, para tener un mejor modo de vida en la parte económica, social y de gobierno. Eso es lo que debemos emular de los países tan deseables del norte de Europa. Este tema tan apasionante lo trató Max Weber en su investigación sociológica y esto fue lo que descubrió: “La predestinación otorga al “agraciado” la medida más alta de certeza de salvación, una vez que está seguro de pertenecer a la aristocracia de los elegidos. Pero el individuo necesita síntomas de que posee este incomparable carisma, pues la incertidumbre absoluta no se puede soportar a la larga. […] y lo que proporciona la certidumbre es el saber que no son esas faltas, sino los actos agradables a Dios, los que fluyen de la propia relación íntima con Él debido a la misteriosa relación de la gracia; por lo tanto, de la cualidad central y constante de la personalidad. […] la fe en la predestinación se apropió, en sus más consecuentes adeptos, de los más fuertes motivos imaginables para una acción grata a Dios. […] el virtuosismo intramundano[1] y la búsqueda disciplinada de salvación en el oficio querido por Dios fue la fuente de la virtuosidad lucrativa de los puritanos. Desvalorización radical y definitiva de la gracia mágica, sacramental e institucional ante la voluntad soberana de Dios […] La influencia más fuerte la tuvo el puritanismo. […] El Islam no fundó ninguna técnica de vida cotidiana, como el puritanismo, en el que la predestinación afectaba al destino en el más allá […]
Pero en ninguna parte el orgullo de la aristocracia predestinada a la salvación se halla tan íntimamente unido con el hombre de oficio y con la idea de que el éxito de la acción racional demuestra la bendición de Dios, como en los países en que impera la fe puritana en la predestinación; en ninguna otra parte, por lo mismo, ha sido tan extensa la acción de los motivos virtuosos sobre la mentalidad económica. […] Con su expansión creciente en la vida de todos los días y en la religiosidad de la masa, se tolera cada vez menos la sombría aspereza de la doctrina, hasta que queda […] esta doctrina de la gracia en la mentalidad capitalista racional: la idea de la metódica corroboración profesional en la vida lucrativa. […] el puritano piadoso que no obró a causa de una laxa interpretación o de una doble moral, sino, por el contrario, con la mejor conciencia imaginable, […] se legitimaba ante sí mismo y en el círculo de su comunidad; y se legitimaba porque su conducta era absolutamente intachable. Ningún puritano realmente piadoso –eso es lo que importa- hubiese podido tener como ganancia grata a Dios la usura como garantía prendaria, el aprovechamiento del error de la parte contraria (permitido a los judíos respecto a los extranjeros), el regateo y el chalaneo[2], la participación en las ganancias expoliadoras de la política o del coloniaje. El precio fijo, la conducta comercial absolutamente objetiva, incondicionalmente legal, desprecio del ansia de dinero, es lo que ha conferido a los cuáqueros y baptistas su confianza por parte de los hombres, hasta el punto de que los ateos les compraban a ellos y no a sus iguales, a ellos y no a sus iguales confiaban su dinero en depósitos o en comandita, y los enriquecían; y justamente estas cualidades los “probaban” ante su dios. […] el puritano detestaba el espíritu de tendero sediento de riqueza.” [3]
Aunque este estándar de vida puritana se percibe cada vez menos en los países deseables del norte de Europa, sus enseñanzas se han impregnado en su forma de vida virtuosa y aún tienen comportamientos éticos que les permite manejar una sociedad de la mejor manera. Ellos sienten que ahora no necesitan de Dios para vivir bien ni para comportarse correctamente. Por consiguiente, no quieren tampoco establecer una relación profunda con el Creador. No sabemos cuánto durará su sociedad exitosa sin la existencia de Dios en sus vidas, pero lo que si podemos establecer es lo que la existencia de Dios hizo en su historia pasada y lo que puede hacer en nuestras sociedades latinas o aquellas que como nosotros tienen problemas de corrupción. La Palabra de Dios es muy clara a través del mensaje que el apóstol Pablo les escribió a los cristianos en Roma. Allí está escrita la evidencia de lo que hace un ser humano cuando conoce profundamente a Dios y entiende lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz. El cambio interior es abrumador y comienza a hacer lo correcto. Pablo describe este cambio: “Sabemos que nuestro antiguo ser pecaminoso fue crucificado con Cristo para que el pecado perdiera su poder en nuestra vida. […] entréguense completamente a Dios, porque antes estaban muertos, pero ahora tienen una vida nueva. Así que usen todo su cuerpo como un instrumento para hacer lo que es correcto para la gloria de Dios. […] Uno puede ser esclavo del pecado, lo cual lleva a la muerte, o puede decidir obedecer a Dios, lo cual lleva a una vida recta. Antes ustedes eran esclavos del pecado, pero, gracias a Dios, ahora obedecen de todo corazón la enseñanza que les hemos dado. Ahora son libres de la esclavitud del pecado y se han hecho esclavos de la vida recta. […] Cuando eran esclavos del pecado, estaban libres de la obligación de hacer lo correcto. ¿Y cuál fue la consecuencia? Que ahora están avergonzados de las cosas que solían hacer […] pero ahora quedaron libres del poder del pecado y se han hecho esclavos de Dios. Ahora hacen las cosas que llevan a la santidad y que dan como resultado la vida eterna.” [4]
¿Qué estamos haciendo como individuos para terminar con la corrupción en nuestras naciones? ¿Nos comportamos correctamente como evidencia de nuestra relación con el Creador?
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