
Una visión de una escritora del siglo XIX…
“De la misma manera, Concepción Arenal en el siglo XIX, suponía también de manera utópica, que si la mujer podía tener acceso a la educación, las cosas cambiarían drásticamente en la vida doméstica; decía que la mujer educada sería mucho más suave y comprensiva con su esposo, y que además sería mucho menos agresiva. Ella idealizó lo siguiente: “La mujer educada sentirá y comprenderá mejor, tendrá más elevación para pensar y más delicadeza para sentir, y será con su marido más razonable y más amante. La mujer que ha de ser madre ha recibido de la naturaleza una paciencia casi infinita, y debiendo por su organización sufrir más, es más sufrida que el hombre. Su mayor impresionabilidad la hace menos firme; su sensibilidad mayor la hace más compasiva y más amante. Por más derechos que le concedan las leyes, la mujer a impulsos de cariño, cederá siempre su derecho; callará sus dolores para ocuparse en los de su padre, su marido o sus hijos; la abnegación será uno de sus mayores goces; dará con gusto mucha autoridad por un poco de amor, y suplirá, con la voz dulce y persuasiva que Dios le ha dado, la fuerza que le negó.
No queremos ni tememos conflictos de autoridad en la familia bien ordenada, de que el hombre será siempre el jefe, no el tirano. Así como no vemos diferencias de inteligencia en los niños de diferente sexo, vemos muchas de carácter. La niña es desde luego más dócil, más dulce, más cariñosa, menos egoísta: es ya el germen de la madre, que ensaya con sus muñecas lo que más adelante hará con sus hijos.”
¿Será que lo que pensó dicha escritora en aquel entonces, se está cumpliendo hoy? ¿Las niñas son más dóciles, más dulces, más cariñosas, más abnegadas y menos egoístas?”
Concepción Arenal (1989). La mujer del porvenir, la mujer de su casa. Ediciones Orbis. Barcelona, España. pp. 16-18.
Fragmento de: Paola Vélez. “Las Mujeres Son Malas, Los Hombres Son Buenos Por Naturaleza”. Página 124, 125. Apple Books. www.paolavelez.com
Todos los textos e imágenes son propiedad de Paola Vélez mientras no se diga lo contrario.
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