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La historia se repite… Nabucodonosor se lleva a las mentes brillantes para que sirvan en su reino. Los documentos de Babilonia.

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Soledad, Atlántico.

En la actualidad, la historia del Imperio de Babilonia se repite. Tiene matices diferentes porque ahora creemos que somos libres, y el capitalismo moderno nos confunde en el sentido de pensar que tomamos nuestras propias decisiones, tenemos propiedad privada, etc.

Pero la realidad es muy diferente. Somos libres pero para escoger a cuál de los imperios queremos servir. Ya no vienen los carros de guerra del Imperio de Babilonia a sitiar nuestras ciudades para llevarse lo mejor de nuestra gente a la fuerza. No. Pero las intenciones siguen siendo las mismas, con métodos muy diferentes, que nos hacen pensar que fuimos escogidos. Ahí radica el engaño que está destruyendo aun mas y sin que nos demos cuenta a nuestros países subdesarrollados.

Por un lado la humanidad cayó en otro engaño bien particular sobre la supremacía del planeta por sobre los seres humanos que aquí habitamos. Entonces engendrar hijos es la mayor desgracia para el planeta, porque por cada hijo que nace el gasto de la naturaleza es mayor. En ese orden de ideas, nunca antes visto en la historia de la humanidad, todos hemos sido obligados de una u otra manera y tal vez inconscientemente a hacer todo lo posible por no traer más vida a esta tierra. Los países desarrollados y visionarios se han dado cuenta, muy tarde, que estas historias, sobre el control de la natalidad de finales del siglo XIX y principios del XX, lo único que han logrado es hacer que sus economías vayan en declive, porque se quedaron sin humanidad que trabaje y produzca. Por tanto, muy tarde, como dije antes, han comenzado políticas de repoblación con muy poco efecto. En contra de estas políticas vemos feministas radicales apoyando la muerte de bebés en el útero para que no nazcan más seres vivientes y entre otras cosas para salvar el planeta. Ese es uno de sus tantos discursos.

El daño ya está hecho, pero lo preocupante de esta situación es que no obstante nuestras políticas con alto tinte de corrupción en Latinoamérica y en otros países del mundo subdesarrollado, también debemos sumarle la desgracia que significa el reclutamiento de los cerebros mejor formados, que por alguna razón nacieron en estos lados del planeta bananero, para repoblar los países desarrollados y además para servir en sus grandes empresas.

Estas naciones no buscan a la feminista radical que quiere acabar con la humanidad para que mejor sea poblado el planeta con mascotas. No. Ellos buscan concienzudamente a familias completas, con entrevistas exhaustivas, donde puedan definir que ambos sean inteligentes y además quieran tener más familia. Finalmente nacerán en sus países y los repoblarán. Entonces inicialmente nos hacen creer que pertenecer a su país sólo es para los más capaces y ponen trabas para que emocionalmente deseemos seguir en ese intento. Sus permisos son difíciles de conseguir y casi que nos hacen creer que pertenecemos a una élite porque finalmente y en medio de la felicidad podemos ir a trabajar en sus tierras.

A eso hay que sumarle las políticas en contra de la inmigración que se ven a diario en los noticieros. Cualquiera que vea eso, y esté en proceso de reclutamiento cerebral pensará que es muy afortunado por ser llamado a vivir en los lugares donde todo funciona a la perfección. Desafortunadamente nuestros países tercermundistas o como los quieran llamar, están sumidos en el desorden, la injusticia, la corrupción y la falta de moral. De esa manera cualquiera se deja convencer de dejar todo para ir al lugar de los elegidos.

Así pues, en la antigüedad, llegó Nabucodonosor a llevarse a los mejores cerebros para su reino, y esto lo vemos en la historia de Daniel que está en la Biblia (Muy bien descrito en los primeros cinco versículos del primer capítulo de su libro). Pero ahora no se necesitan carros de guerra, sólo se necesita una forma de vida superior y muy deseable para que nosotros mismos dejándonos deslumbrar, abandonemos nuestros países hundiendo mucho más la posibilidad de progreso. Finalmente iremos a cooperar para que los que ya han progresado, sigan progresando sin parar, con la mejor ayuda de nuestros mejores y escasos cerebros latinos y de países subdesarrollados.

¿Por qué nos dejamos deslumbrar? Necesitamos luchar por el lugar donde nacimos. Aquí nadie nos discrimina y somos verdaderamente libres para trabajar por el necesario progreso de nuestra gente. Si seguimos optando por salir de nuestro país, entonces poco a poco lo llevaremos a un sumidero peor y lo dejaremos en manos de aquellos que sólo quieren salvar el planeta para que lo pueblen las mascotas. Las grandes naciones siempre harán lo posible por estar mejor, pero a nosotros nos corresponde luchar, comprometernos como gente capaz, que posee muy buen conocimiento para mejorar nuestras condiciones de vida. Necesitamos dejar el individualismo para poder acabar con la injusticia social, la corrupción, cambiando interiormente. Si queremos cambiar el mundo, necesitamos cambiar nuestro interior al igual que el lugar único y bananero donde nacimos.

A continuación voy a escribir los versículos de la historia de Nabucodonosor reclutando cerebros a la fuerza para que sirvieran en su reino. Está en el libro de Daniel capítulo 1:1-5 (Biblia Nueva Traducción Viviente). «Durante el tercer año del reinado de Joacim, rey de Judá, llegó a Jerusalén el rey Nabucodonosor de Babilonias y la sitió. El Señor le dio la victoria sobre el rey Joacim de Judá y le permitió llevarse algunos de los objetos sagrados del templo De Dios. Así que Nabucodonosor se los llevó a Babilonia y los puso en la casa del tesoro del templo de su dios.

Luego el rey ordenó a Aspenaz, jefe del Estado Mayor, que trajera al palacio a algunos de los jóvenes de la familia real de Judá y de otras familias nobles, que habían sido llevados a Babilonia como cautivos. «Selecciona solo a jóvenes sanos, fuertes y bien parecidos -le dijo-. Asegúrate de que sean instruidos en todas las ramas del saber, que estén dotados de conocimiento y de buen juicio y que sean aptos para servir en el palacio real. Enseña a estos jóvenes el idioma y la literatura de Babilonia».»

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¿De quién es la culpa, de que existan pocas mujeres ganadoras de premios Nobel individuales en ciencias exactas? Pues mía…

 

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Estamos acostumbradas a inculpar de todas nuestras desgracias a los hombres. Y lo peor es que lo hacemos como colectivo masculino. Pero evidentemente es una completa falsedad y más bien una excusa sin sentido para obnubilar incompetencia. Es muy fácil decir que los demás son los culpables de lo que no podemos hacer bien. Sin embargo, es importante precisar que cada mujer en este planeta que ha decidido dedicarse a otras ramas del saber diferentes a las ciencias exactas, es directamente responsable de estos datos estadísticos bajos para mujeres científicas. Esto nada tiene que ver con que los hombres nos hayan subyugado durante milenios. Esto acabó hace muchos años, y en la generación en la que nací, por ejemplo, ya no existían excusas para no estudiar en la universidad alguna carrera que colaborara con la ciencia en crecimiento. Así que la culpable soy yo por tener estos datos tan pobres en mujeres ganadoras de Nobel en ciencias exactas. Y soy culpable porque decidí no hacer tantos esfuerzos cerebrales para ganarme un Nobel. En los últimos años vemos varias que lo han ganado, pero generalmente son premios compartidos. Entonces, ¿Por qué seguimos pensando de manera soterrada que los hombres como colectivo nos prohiben estudiar y ser las mejores? Esto es una gran mentira de las feministas radicales, aun inmaduras, que se quieren ganar un Nobel por la fuerza, protestando sin ropa por las calles…

 

Es increíble que pensemos que por culpa de los hombres de hace 100 años, entonces el presente vive estas consecuencias. Los hombres no son condenables en ese sentido, ni lo serán en el futuro. Todo lo poco que hemos recogido en este tiempo es por nuestro débil trabajo en estas áreas. Así que estas excusas deben terminar porque el mundo ya cambió y todas las carreras están a nuestra disposición para que podamos colaborar con el mundo científico cómo mujeres.

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Un ejemplo de feministas diciendo que los hombres son culpables, está en la siguiente entrada de unas periodistas de la BBC que estaban asombradas por la falta de mujeres en una feria tecnológica. ¿Qué culpa tienen los hombres de nuestro bajo interés en la tecnología? ¿Nos cerraron las puertas de la feria? ¿Nos obligan a que no estudiemos carreras tecnológicas? ¿Tenemos que seguir mirando cómo culparlos así no lo sean? ¿Ahora los tenemos que obligar a que nos obliguen a entrar a una feria tecnológica? Ya no existen las excusas, sólo necesitamos madurar como mujeres.

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