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Vivimos la mayor discriminación de parte de aquellos que marchan en contra de la discriminación. Por hablar en español.

Torre Pacheco. España.

Las personas de color, han sufrido discriminación, y han logrado objetivos inimaginables con sus grandes luchas históricas. Lo incomprensible es sentir su resentimiento y discriminación evidente contra las personas que en la escala invisible del estatus social norteamericano estamos por debajo de su rango. Es muy sencillo reconocer que los que hablamos español, estamos en el eslabón siguiente de la pirámide social invisible en este país específicamente. Pueden salir a marchar, pero algo se rompe cuando has vivido personalmente lo que ellos tanto rechazan, pero ejecutan contra quienes a su juicio somos inferiores. Es como si sus marchas fueran farsantes. Pierden su credibilidad.

Pero esto no solo sucede con las personas de color en los Estados Unidos sino que también sucede con el feminismo radical. Se podría pensar que las mujeres que representan a tantas, que en la antigüedad fueron maltratadas, serían mucho más cuidadosas con el maltrato en la actualidad. Pero de nuevo solo queda en el cerebro romántico. La verdad es que las feministas radicales son completamente agresivas con el sexo masculino, como si ellos tuvieran que pagar en este momento, lo que algunos hombres hicieron en el pasado histórico. Marchan en contra de la discriminación, pero ellas son las que mas segregan y maltratan a los hombres sólo por el hecho de ser hombres. Sienten un odio aterrador y su resentimiento sólo destruye la sociedad.

Es un círculo viciosos difícil de romper, que genera el mismo sufrimiento entre aquellos que son (o hemos sido) discriminados. Es como si el hecho de sufrir, incluso imaginariamente (es decir, por solidaridad de sexo) nos diera mágicamente el derecho de ser violentos. Entonces vemos mujeres desnudas con escritos violentos en sus cuerpos; otras tantas, haciendo grafitis y dañando la arquitectura antigua de las ciudades. Hombres de color junto con los que no los son, pero que no están de acuerdo con la discriminación (con solidaridad de raza), decapitando estatuas, pintando muros, para obligar a los demás a respetar por obligación. Pero el respeto debe comenzar en el interior de cada uno de nosotros hacia cada persona que se cruza en el camino. A cada hombre que no tiene la culpa de haber nacido hombre. Y a cada inmigrante o no que habla español, mandarín, inglés, portugués y demás…

Los que marchan no son respetuosos, sino que parecen vándalos que quieren ver arder. Así no solucionarán nada. No podemos llenar la humanidad de acciones violentas para acabar con las acciones violentas, esto es ilógico. La diferencia y por tanto la solución, comienza cuando cada uno de nosotros tratamos de la mejor manera a las personas que nos rodean, incluyendo los extranjeros, los de otras razas, los de nuestro sexo contrario, o con quién convivimos continuamente. Así construimos una humanidad reconciliada. Esto sí es un verdadero progreso.

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